martes, 31 de mayo de 2011

Construir con coherencia

¿Es coherente enseñar en libertad y participación cuando, saliendo a la calle, un individuo no podrá manifestar su descontento frente a un hecho o situación determinada?
Plantear este tipo de dudas, permite contrastar la educación a la que aspiramos hoy en día, versus la realidad injusta que se vive constantemente al querer expresar descontento frente a hechos concretos que desagradan a una parte de la sociedad. Cada vez que es necesario manifestar sin más arma que el derecho a opinar, obligan a callar y mantener la pasividad en la que estamos insertos. Desde este punto de vista es peligroso “formar” estudiantes que piensan, es peligroso un estudiante que opina; y mucho más aquel que, a través de argumentos construidos, valida su opinión. En fin, es peligroso que los estudiantes lleguen a creer que son actores y constructores del mundo.
Algo está fallando acá… lo más probable es que sean aquellos pocos que intentan manejar las mentes de estos muchos… o tal vez es al revés… en fin; sea como sea, propongo que lleguemos a un acuerdo profesores y “sistema”: o coartamos libertades desde la escuela o seguimos creyendo en la equidad desde la misma, en la construcción y participación de todos como arma importante y fundamental para cambiar lo que no nos gusta y así dar un poquito de coherencia a la vida.

Daniela Lara Castro.

2 comentarios:

  1. Daniela, me parece muy interesante tu ensayo y comparto plenamente tu opinión, nunca me había planteado este tema de la manera que me lo haz hecho plantear tu, creo que la educación claramente tiene un doble discurso, quieren estudiantes que sean capaces de tener opinión propia pero a la vez en los establecimientos educacionales los coartan de todo tipo de manifestación, ya sea buena o mala, al parecer los Ministerios de Educación que han habido hasta la fecha quieren convencerse de que la educación debe ser constructivista pero, sin embargo les parece mucho más cómodo seguir con el conductismo, en donde los estudiantes son prácticamente títeres del sistema que se pueden manejar al antojo de los sostenedores de cada establecimiento. Creo que como docentes somos los únicos capaces de lograr un cambio significativo pero nos ponen un gran obstáculo en los establecimientos al entregarnos las directrices de éstos.
    Realmente es un ensayo digno de publicar, ya que hace reflexionar mucho en nuestro quehacer pedagógico, pero creo que sería aún más beneficioso si lo leyese algún director o el propio Ministerio de Educación y se encontrarán con estas contradicciones que ellos mismos han creado.

    María Paz Guzmán M.

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